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Andando, pues, Éumenes fugitivo y errante, persuadió a muchos de sus soldados que se retirasen, bien fuera por compasión que les tuviese, o bien porque no quisiera llevar consigo menos de los que eran menester para pelear y más de los que convenían para no ser descubierto. Refugiándose, pues, en la fortaleza de Nora, situada en el confín de la Licaonia y la Capadocia, con quinientos caballos y doscientos infantes, otra vez despidió de allí a aquellos de sus amigos que se lo habían rogado, por no poder sufrir la aspereza del país y la escasez de víveres, saludándolos a todos y tratándolos con la mayor afabilidad. Sobrevino Antígono, y como le llamase a una conferencia antes de llegar al extremo de ponerle sitio, respondió que Antígono tenía muchos amigos y muchos caudillos que le relevasen, pero que si él faltaba, no les quedaría nadie a los que había tomado bajo su amparo, proponiéndole que le enviara rehenes si tenía por conveniente el que conferenciasen; y como insistiese Antígono en que fuera a hablarle, por ser superior, repuso que él no reconocía como superior a ninguno mientras fuera dueño de su espada. Con todo, habiéndole Antígono enviado a la fortaleza a su sobrino Tolomeo, como el mismo Éumenes había exigido, entonces bajó, y abrazándose se saludaron con amor y cariño, obsequiándose entre sí y tratándose como amigos. Hablaron largamente, y no habiendo Éumenes ni siquiera hecho mención de seguridad y de paz, y antes sí pedido que se le sanearan sus satrapías y se le hiciesen presentes, todos los que allí se hallaban se quedaron pasmados, no acertando a ponderar su resolución y osadía. Al mismo tiempo corrieron muchos de los Macedonios, con el deseo de ver qué hombre era Éumenes; porque después de la muerte de Crátero, de ninguno se hablaba tanto en el ejército. Llegando, pues, Antígono a temer por él no le hiciera alguna violencia, primero hizo publicar que nadie se le acercase, y aun ahuyentó con piedras a los que concurrían; al fin cogió entre sus brazos a Éumenes, y haciendo que sus guardias retirasen a la muchedumbre, con gran trabajo pudo ponerle en seguridad.

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