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Tenía Esfodrias un hijo llamado Cleónimo, joven de bella persona, a quien amaba Arquidamo, hijo del rey Agesilao; entonces le tenía compasión viéndole angustiado por el peligro de su padre, pero no se creía en disposición de favorecerle y auxiliarle abiertamente, porque Esfodrias era del partido contrario a Agesilao. Buscándole, pues, Cleónimo, y rogándole con lágrimas le alcanzara el favor de Agesilao, porque a él era a quien más temían, por tres o cuatro días no hacía Arquidamo más que seguir al padre sin hablarle palabra, detenido por el pudor y el miedo; pero, por último, acercándose la vista de la causa, se resolvió a decir a Agesilao que Cleónimo le había interesado por su padre. Aunque Agesilao había echado de ver que Arquidamo era amador de Cleónimo, no pensó en retraerle, porque desde luego comenzó a tener éste más opinión que ningún otro entre los jóvenes, dando muestras de que sería hombre de probidad; pero tampoco por entonces respondió al hijo de manera que pudiera tener esperanza de éxito favorable y fausto, sino que, diciéndole que miraría lo que pudiera ser útil y conveniente, le despidió. Avergonzado con esto, Arquidamo se abstuvo de buscar la compañía de Cleónimo, sin embargo de que antes solía solicitarla diferentes veces al día, y también se desanimaron los demás que trabajaban por Esfodrias; hasta que Etimocles, amigo de Agesilao, les reveló en una conferencia cuál era el modo de pensar de éste, pues el hecho lo vituperaba como el que más, pero al mismo tiempo reputaba a Esfodrias por buen ciudadano, y se hacía cargo de que la república necesitaba soldados como él; y es que esta conversación la hacía con unos y con otros antes del juicio, queriendo con- descender con los ruegos del hijo; tanto, que Cleónimo conoció que Arquidamo le había servido, y los amigos de Esfodrias cobraron ánimo para sostenerle. Por que era Agesilao amante con exceso de sus hijos, y acerca de sus juegos con ellos se dice que solía, cuando eran pequeños, correr por la casa montado como en caballo en una caña, y habiéndole sorprendido uno de sus amigos le rogó que no lo dijese a nadie hasta que hubiera tenido hijos.

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