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Al difundirse en el pueblo la nueva de aquella atrocidad y sacarse de la cárcel los cadáveres, no fue tan grande el miedo que aquella inspiró que no manifestaran bien claramente los ciudadanos su sentimiento y su odio contra Leónidas y Anfares, no habiéndose visto en Esparta, a juicio de todos, otro hecho más cruel e impío desde que los Dorios habitaban el Peloponeso. Porque en un rey de los Lacedemonios, según parece, ni aún los enemigos en las batallas ponían fácilmente la mano si con él tropezaban, sino que le dejaban paso, de temor y respeto a su dignidad. Así, en tantas guerras como los Lacedemonios tuvieron con los Griegos, antes del tiempo de Filipo, uno sólo murió herido de golpe de lanza, que fue Cleómbroto, en Leuctras, pues aunque los Mesenios dicen que Teopompo murió a manos de Aristómenes los Lacedemonios dicen que no fue sino herido; mas en esto hay sus dudas: lo que no la tiene es que en Lacedemonia, Agis fue el primero que murió condenado por los Éforos, varón que había hecho en Esparta cosas muy laudables y útiles, que se hallaba todavía en aquella edad en la que, si los hombres yerran, hallan pronta y fácil indulgencia, y que si dio motivo de queja, fue más bien a sus amigos que a sus contrarios, con haber salvado a Leónidas y haberse fiado de los otros de quienes se fió, por ser demasiado sencillo y benigno.

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