Vencido por Cleómenes durante este mando junto al monte Liceo, huyó; y habiendo andado perdido toda la noche, pareció que había muerto, y otra vez corrió esta voz entre todos los Griegos: pero salió salvo, y recogiendo sus tropas no creyó que debía retirarse con seguridad, sino que, aprovechando la ocasión, cuando nadie lo esperaba ni pensaba en semejante cosa, cayó de súbito sobre los de Mantinea, aliados de Cleómenes y tomando la ciudad puso en ella guarnición, y a los de las aldeas inmediatas los hizo ciudadanos, ejecutando con los Aqueos vencidos lo que apenas alcanzan los vencedores. Mas después, cuando los Lacedemonios acometieron a Megalópolis, habiendo de prestarle auxilio, rehusó dar asidero a Cleómenes, que provocaba a batalla, y repugnó a los deseos de los Megalopolitanos, no siendo por una parte inclinado de suyo a estas batallas de frente, y teniendo por otra pocas tropas para oponerse a un hombre osado y joven, cuando ya en él decaían los humos y estaba amortiguada la ambición; pues, creía que si Cleómenes adquiría una gloria nueva a fuerza de arrojo, él debía conservar con cuidado la que ya tenía adquirida.