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Muerto Antígono, como los Etolios menospreciasen a los Aqueos por su flojedad, a causa de que, acostumbrados a ponerse a salvo por manos ajenas, y sostenidos por las armas de los Macedonios, se habían entregado al ocio y la desidia, se arrojaron a tomar parte en los negocios del Peloponeso, y teniendo por un paseo el saquear a los de Patras y Dima, invadieron el país de Mesena y lo talaron; de lo que incomodado Arato, como viese que Timóxeno, que a la sazón se hallaba de general de los Aqueos, emperezaba y perdía el tiempo, y le tocase mandar después de él, se adelantó a entrar en ejercicio cinco días antes, con el fin de ir en socorro de los Mesenios. Reunió, pues, a los Aqueos, faltos ya del uso y cobardes para la guerra, y sufrió una derrota junto a Cafias. Pareció que entonces había procedido con sobrado arrojo y encono; mas para eso luego de tal manera se entorpeció y ello de mano a los negocios y a las esperanzas, que con ofrecerles muchas veces oportunidad los Etolios, sufrió y llevó con indiferencia que estuvieran como banqueteando en el Peloponeso con la mayor osadía y desvergüenza. Tendiendo, por tanto, otra vez las manos a la Macedonia, atrajeron y mezclaron en los asuntos de la Grecia a Filipo, no siendo la menor parte para ello su amor y confianza hacia Arato, pues esperaban que para todo lo hallarían dócil y pronto.

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