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Muerto Agis, Leónidas anduvo tardo en prender a su hermano Arquidamo, que inmediatamente se puso en huída; pero a su mujer, que hacía poco había dado a luz un niño, la echó de la casa propia, y por fuerza la casó con su hijo Cleómenes, aunque todavía no se hallaba enteramente en edad de tomar mujer; y es que no quería se adelantara otro a aquel matrimonio, a causa de que Agiatis había heredado la cuantiosa hacienda de su padre Gilipo, y era en la edad y en la belleza la más aventajada de las griegas, y en sus costumbres y conducta sumamente apreciable. Dícese por lo mismo que nada omitió para que no se la hiciera aquella violencia, pero enlazada con Cleómenes, aunque aborrecía a Leónidas, era buena y cariñosa esposa de aquel joven, el cual, además, se había enamorado de ella, y en cierta manera participaba de la memoria y benevolencia que a Agis conservaba su esposa; tanto, que muchas veces le preguntaba sobre aquellos sucesos, y escuchaba con grande atención la relación que le hacía de las ideas y proyectos que tenía Agis. Era Cleómenes amante de gloria, de elevado ánimo, y no menos que Agis inclinado por carácter a la templanza y a la modestia; mas no tenía la excesiva bondad y mansedumbre de éste, sino que en su ánimo había una cierta punta de ira y gran vehemencia para todo lo que reputaba honesto, y si le parecía honestísimo mandar a los que voluntariamente obedecían, tenía a lo menos por bueno el impeler a los que le repugnaban, violentándolos hacia lo más conveniente.

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