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Resultóle de aquí no pequeña gloria y poder, porque los antiguos reyes de los Lacedemonios, por más que habían hecho, nunca pudieron conseguir que Argos se uniera firmemente a Esparta; y Pirro, el más hábil de todos los generales, aunque llegó a entrarla por fuerza, no sujetó la ciudad, sino que, murió en la empresa, con pérdida de gran parte de sus tropas. Era, pues, admirada la actividad y prudencia de Cleómenes; y si antes, cuando decía que había imitado a Solón y a Licurgo en la abolición de las deudas y en la igualación de las haciendas, se le echaban a reír, entonces del todo se convencieron de que él era la causa de la mudanza que se veía en los Espartanos. Porque antes había sido tal su decadencia y tan imposibilitados estaban de valerse, que habiendo hecho los de Etolia una irrupción en la Laconia, se les llevaron cincuenta mil esclavos: con alusión a lo cual se cuenta haber dicho un anciano, de los Espartanos, que les habían servido de auxilio los enemigos, aliviando a la Laconia; y ahora, con sólo haber pasado un poco de tiempo, en el que no habían hecho más que empezar a resucitar las costumbres patrias y a restablecer un vestigio de su educación antigua, habían ya dado a Licurgo, como si estuviera presente y los gobernase, grandes muestras de valor y obediencia, restituyendo a Lacedemonia el imperio de la Grecia y volviendo a recobrar el Peloponeso.

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