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Lacedemonio, pues, habiendo puesto en contraposición y competencia en esta tragedia el valor de unas mujeres con el de los hombres, hizo ver que la virtud no puede ser nunca ofendida y agraviada por la fortuna. Al cabo de pocos días, los que guardaban el cuerpo de Cleómenes en cruz, vieron un dragón de bastante magnitud enroscado en su cabeza, y que le cubría el rostro en términos de no poder acercarse ninguna ave a comer sus carnes, de resulta de lo cual se apoderó del ánimo del rey cierta superstición y miedo, que dio ocasión a las mujeres para diferentes expiaciones, dándose a entender que habían muerto a un hombre amado de los dioses y de una naturaleza superior; los de Alejandría dieron en concurrir a aquel lugar, invocando a Cleómenes como héroe e hijo de los dioses, hasta que otros tenidos por más inteligentes los retrajeron de esta opinión, contándoles que de los bueyes podridos nacen las abejas, de los caballos las avispas, de los asnos en igual forma los escarabajos, y que los cuerpos humanos, cuando el podre de la medula se espesa y toma consistencia, produce serpientes: lo que observado por los antiguos, miraron al dragón como el más amigo, y compañero de los héroes entre todos los animales.

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