III

Es cosa sabida que Sulpicio Galba era el más rico de todos cuando de particular pasó a la casa de los Césares; y con ser así que le daba grande opinión de nobleza el pertenecer a la casa de los Servios, él se preciaba principalmente de su parentesco con Cátulo, varón que en virtud y gloria tenía el primer lugar entre los de su edad, si en cuanto al poder cedía a los demás muy de su agrado. Tenía asimismo Galba alguna relación de parentesco con Livia, la mujer de Augusto, y por esta razón del palacio salió cónsul a esfuerzos de la misma Livia. Dícese también que se condujo con acierto en el mando del ejército de Germania, y que, nombrado procónsul de África, fue uno de los pocos que merecieron elogios. La sencillez de su tenor de vida, y su parsimonia y moderación en los gastos, dieron motivo a que, hecho emperador, se le tachara de pusilánime, o cuando más a que se le atribuyera la gloria poco codiciada de arreglo y frugalidad. Fue por Nerón enviado de gobernador a España, antes que este príncipe hubiese tomado la mafia de tener a los ciudadanos colocados en las grandes dignidades; y a Galba, que por naturaleza era benigno, la vejez le añadía la opinión de ser próvido y precavido.

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