Este fue el primero que usó en el consulado de la autoridad de dictador, y que condenó sin precedente juicio, con tres mil ciudadanos más, a Gayo Graco y a Fulvio Flaco; de los cuales éste era varón consular, y había obtenido el honor del triunfo, y aquel se aventajaba en virtud y en gloria a todos los de su edad. Opimio, además, no se abstuvo de latrocinios, sino que, enviado de embajador a Yugurta, rey de los Númidas, se dejó sobornar con dinero, y condenado por el ignominioso delito de corrupción, envejeció en la infamia, aborrecido y despreciado del pueblo, que por sus hechos cayó por lo pronto en el abatimiento y la degradación; mas no tardó en manifestar cuánto echaba de menos y deseaba a los Gracos. Porque levantándoles estatuas, las colocaron en un paraje público, y consagrando los lugares en que fallecieron, les ofrecían las primicias de los frutos que llevaba cada estación, y muchos les adoraban y les hacían sacrificios cada día, concurriendo a aquellos sitios como a los templos de los dioses.