IV

A la edad de diez y siete años, creyéndose bastante asegurado en el reino, se le ofreció un viaje, con motivo de haber de casarse uno de los hijos de Glaucias, con quienes se había criado; y sublevándose otra vez los Molosos, desterraron a sus amigos, se apoderaron de sus bienes y se pusieron en manos de Neoptólemo. Pirro, despojado así del reino y falto absolutamente de todo, se acogió a Demetrio, hijo de Antígono, casado con su hermana Deidamía, la cual, siendo todavía muy joven, estuvo destinada para mujer de Alejan- dro, hijo de Roxana; pero como éste hubiese caído en infortunio, hallándose ya en edad se casó con ella Demetrio. En la gran batalla de Ipso, en que combatieron todos los reyes del país, tuvo también parte Pirro en auxilio de Demetrio, siendo todavía muy mozo, y habiendo rechazado a los que se le opusieron se distinguió gloriosamente entre los combatientes. Vencido Demetrio, no le abandonó, sino que le mantuvo fieles las ciudades que tenía en Grecia; y como ajustasen tratados con Tolomeo, él mismo se dio en rehenes, partiendo con esta calidad para Egipto. Dióle allí a Tolomeo en la caza y en los ejercicios de la palestra brillantes muestras de robustez y sufrimiento, y observando que Berenice era la que tenía más poder, y la que en virtud y prudencia se aventajaba a las demás mujeres de éste, se dedicó a obsequiarla con particularidad. Sabía con oportunidad, y cuando el caso lo pedía, ceder a la voluntad de los poderosos, así como desdeñaba a los inferiores; y siendo, por otra parte, arreglado y moderado en su conducta, entre muchos jóvenes de los principales fue escogido para casarse con Antígona, una de las hijas de Berenice, tenida de Filipo antes de enlazarse con Tolomeo.

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