Fábula IV. El Viejo y la Muerte.

Entre montes por áspero camino,

Tropezando con una y otra peña,

Iba un Viejo cargado con su leña

Maldiciendo su mísero destino.

Al fin cayó, y viéndose de suerte

Que apenas levantarse ya podía,

Llamaba con colérica porfia

Una, dos y tres veces á la muerte.

Armada de guadaña en esqueleto,

La Parca se le ofrece en aquel punto;

Pero el Viejo, temiendo ser difunto,

Lleno más de terror que de respeto,

Trémulo la decía, y balbuciente:

—Yo... señora... os llamé desesperado;

Pero...—Acaba: ¿qué quieres desdichado?

—Que me carguéis la leña solamente.

Tenga paciencia quien se cree infelice,

Que aun en la situación más lamentable,

Es la vida del hombre siempre amable:

El Viejo de la leña nos lo dice.