Fábula XX. El Águila, la Gata y la Jabalina.

Un Águila anidó sobre una encina.

Al pie criaba cierta Jabalina;

Y era un hueco del tronco corpulento

De una Gata y sus crías aposento.

Esta gran marrullera

Sube al nido del Águila altanera,

Y con fingidas lágrimas la dice:

—¡Ay mísera de mí! ¡ay infelice!

Éste sí que es trabajo:

La vecina que habita el cuarto bajo,

Como tú misma ves, el día pasa

Hozando los cimientos de la casa:

La arruinará; y en viendo la traidora

Por tierra á nuestros hijos, los devora.

Después que dejó al Águila asustada,

Á la cueva se baja de callada,

Y dice á la cerdosa:—Buena amiga,

Has de saber que el Águila enemiga,

Cuando saques tus crías hacia el monte,

Las ha de devorar: así disponte.

La Gata, aparentando que temía,

Se retiró á su cuarto, y no salía

Sino de noche, que con maña astuta

Abastecía su pequeña gruta.

La Jabalina, con tan triste nueva,

No salió de su cueva.

La Águila en el ramaje temerosa,

Haciendo centinela no reposa.

En fin, á ambas familias la hambre mata,

Y de ellas hizo víveres la gata.

¡Jóvenes, ojo alerta, gran cuidado!

Que un chismoso en amigo disfrazado,

Con capa de amistad cubre sus trazas,

Y así causan el mal sus añagazas.