Fábula XIX. Los dos Amigos y el Oso.

Á dos Amigos se aparece un Oso:

El uno muy medroso,

En las ramas de un árbol se asegura:

El otro, abandonado á la ventura,

Se finge muerto repentinamente.

El Oso se le acerca lentamente;

Mas como este animal, según se cuenta,

De cadáveres nunca se alimenta,

Sin ofenderle le registra y toca,

Huélele las narices y la boca;

No le siente el aliento,

Ni el menor movimiento;

Y así se fué diciendo sin recelo:

«Éste tan muerto está como mi abuelo.»

Entonces el cobarde,

De su grande amistad haciendo alarde,

Del árbol se desprende muy ligero,

Corre, llega y abraza al compañero:

Pondera la fortuna

De haberle hallado sin lesión alguna;

Y al fin le dice:—Sepas que he notado

Que el Oso te decía algún recado.

¿Qué pudo ser?—Direte lo que ha sido:

Estas dos palabritas al oído:

Aparta tu amistad de la persona

Que, si te ve en el riesgo, te abandona.