Fábula III. El Asno y el Caballo.

Iban, mas no sé á dónde ciertamente,

Un Caballo y un Asno juntamente:

Éste cargado, pero aquél sin carga.

El grave peso, la carrera larga,

Causaron al Borrico tal fatiga,

Que la necesidad misma le obliga

Á dar en tierra.—Amigo compañero,

No puedo más, decía; yo me muero:

Repartamos la carga, y será poca;

Si no, se me va el alma por la boca.

Dice el otro:—Revienta en hora buena;

¿Por eso he de sufrir la carga ajena?

Gran bestia seré yo, si tal hiciere.

Miren, y ¡qué Borrico se me muere!

Tan justamente se quejó el Jumento,

Que expiró el infeliz en el momento.

El Caballo conoce su pecado,

Pues tuvo que llevar mal de su grado

Los fardos y aparejos todo junto;

Ítem más, el pellejo del difunto.

Juan, alivia en sus penas al vecino;

Y él, cuando tú las tengas, déte ayuda.

Si no lo hacéis así, temed sin duda

Que seréis el Caballo y el Pollino.