Un celemín de trigo
Pidió á la Oveja el Ciervo, y la decía:
—Si es que usted de mi paga desconfía,
Á presentar me obligo
Un fiador desde luego,
Que no dará lugar á tener queja.
—¿Y quién es éste? preguntó la Oveja.
—Es un lobo abonado, llano y lego.
—¡Un lobo! ya; mas hallo un embarazo:
Si no tenéis más fincas que él sus dientes,
Y tú los pies para escapar valientes,
¿Á quién acudiré cumplido el plazo?
Si, quién es el que pide y sus fiadores,
Antes de dar prestado se examina,
Será menor, sin otra medicina,
La peste de los malos pagadores.