—¡Ah! ¡quien fuese Caballo!
Un Asno melancólico decía:
«Entonces sí que nadie me vería
Flaco, triste y fatal como me hallo.
Tal vez un caballero
Me mantendría ocioso y bien comido;
Dándose su merced por muy servido
Con corvetas y saltos de carnero.
Trátanme ahora como vil y bajo,
De risa sirve mi contraria suerte:
Quien me apalea más, más se divierte,
Y menos como, cuando más trabajo.
No es posible encontrar sobre la tierra
Infeliz como yo.» Tal se juzgaba,
Cuando al Caballo ve como pasaba
Con su jinete y armas á la guerra.
Entonces conoció su desatino;
Rióse de corvetas y regalos,
Y dijo: Que trabaje y lluevan palos;
No me saquen los dioses de Pollino.