Fábula IX. El Cerdo, el Carnero y la Cabra.

Poco antes de morir, el corderillo

Lame alegre la mano y el cuchillo

Que han de ser de su muerte el instrumento,

Y es feliz hasta el último momento.

Así, cuando es el mal inevitable,

Es quien menos prevé, más envidiable.

Bien oportunamente mi memoria

Me presenta al Lechón de cierta historia.

Al mercado llevaba un Carretero

Un Marrano, una Cabra y un Carnero.

Con perdón, el Cochino

Clamaba sin cesar en el camino:

—¡Ésta sí que es miseria!

Perdido soy, me llevan á la feria.—

Así gritaba, ¡mas con qué gruñidos!

No dió en su esclavitud tales gemidos

Hécuba la infelice.

El Carretero al gruñidor le dice:

—¿No miras al Carnero y á la Cabra,

Que vienen sin hablar una palabra?

—¡Ay, señor, le responde: ya lo veo!

Son tontos y no piensan: yo preveo

Nuestra muerte cercana.

Á los dos, por la leche y por la lana,

Quizá no matarán tan prontamente;

Pero á mí, que soy bueno solamente

Para pasto del hombre... no lo dudo,

Mañana comerán de mi menudo.

Á Dios, pocilga, á Dios, gamella mía.

Sutilmente su muerte preveía;

¿Mas, qué lograba el pensador Marrano?

Nada, sino sentirla de antemano.

El dolor ni los ayes es seguro

Que no remediarán el mal futuro.