Fábula XV. El Charlatán y el Rústico

—Lo que jamás se ha visto, ni se ha oído

Verán ustedes: atención les pido.

Así decía un Charlatán famoso,

Cercado de un concurso numeroso.

En efecto: quedando todo el mundo

En silencio profundo,

Remedó á un cochinillo de tal modo,

Que el auditorio todo,

Creyendo que le tiene y que le tapa,

Atumultuado grita—¡fuera capa!

Descubrióse, y al ver que nada había,

Con vítores le aclaman á porfía.

—Pardiez, dijo un Patán, que yo prometo

Para mañana, hablando con respeto,

Hacer el puerco más perfectamente;

Si no, que me lo claven en la frente.

Con risa prometió la concurrencia,

Á burlarse del Payo, su asistencia.

Llegó la hora, todos acudieron:

No bien al Charlatán gruñir oyeron

Gentes á su favor preocupadas,

¡Viva! dicen, al son de las palmadas.

Sube después el Rústico al tablado

Con un bulto en la capa, y embozado,

Imita al Charlatán en la postura

De fingir que un lechón tapar procura;

Mas estaba la gracia en que era el bulto

Un marranillo que tenía oculto.

Tírale callandito de la oreja:

Gruñendo en tiple, el animal se queja;

Pero, al creer que es remedo el tal gruñido,

Aquí se oía un ¡fuera! allí un silbido,

Y todo el mundo queda

En que es el otro quien mejor remeda.

El Rústico descubre su marrano;

Al público lo enseña, y dice ufano:

—¿Así juzgan ustedes?

¡Oh preocupación, y cuánto puedes!