Canción VIII

Mas ¿cómo perseveras,

¡Oh vida!, no viviendo donde vives,

Y haciendo porque mueras,

Las flechas que recibes,

De lo que del Amado en ti concibes?

Declaración

Como el alma se ve morir de amor (según acaba de decir), y que no se acaba de morir, para poder gozar del amor con libertad, quéjase de la duración corporal, a cuya causa se le dilata la vida espiritual. Y así, en esta canción habla con la misma vida de su alma, encareciendo el dolor que le causa. Y el sentido de la canción es el que se sigue: Vida de mi alma, ¿cómo puedes perseverar en esta vida de carne, pues te es muerte y privación de aquella vida verdadera espiritual de Dios, en que por esencia, amor y deseo más verdaderamente que en el cuerpo vives? Y ya que esto no fuese causa para que salieses y librases del cuerpo de esta muerte, para vivir y gozar la vida de tu Dios, como todavía puedes perseverar en el cuerpo tan frágil; pues, demás de esto, son bastantes solo por sí para acabarte la vida las heridas que recibes de amor de las grandezas que se te comunican de parte del Amado, que todas ellas vehementemente te dejan herida de amor; y así, cuantas cosas de él sientes, tantos toques y heridas, que de amor matan, recibes.

Mas ¿cómo perseveras,

¡Oh vida! No viviendo donde vives?

Para inteligencia de estos versos es menester saber que el alma más vive donde ama que en el cuerpo donde anima, porque en el cuerpo ella no tiene su vida antes ella la da al cuerpo, y ella vive por amor en lo que ama. Pero, demás de esta vida de amor, por el cual vive en Dios el alma que le ama, tiene el alma su vida radical y naturalmente en Dios, como también todas las cosas criadas, según aquello de San Pablo, que dice: In ipso enim vivimus, et movemur, et sumus; En él vivimos y nos movemos y somos; que es decir: En Dios tenemos nuestra vida y nuestro movimiento y nuestro ser. Y San Juan dice que todo lo que fue hecho era vida en Dios: Quod factum est, in ipso vita erat. Y como el alma ve que tiene su vida natural en Dios por el ser que en él tiene, y también su vida espiritual, por el amor con que le ama, quéjase y lastímase que pueda tanto una vida tan frágil en cuerpo mortal, que la impida gozar una vida tan fuerte, verdadera y sabrosa como vive en Dios por naturaleza y amor. En lo cual es grande el encarecimiento que el alma hace, porque da aquí a entender que padece en dos contrarios, que son vida natural en cuerpo y vida espiritual en Dios, que son contrarios en sí, por cuanto repugna el una al otro. Y viviendo ella en entrambos, por fuerza ha de tener gran tormento, pues la una vida penosa le impide la otra sabrosa; tanto, que la vida natural le es a ella como muerte, pues por ella está privada de la espiritual, en que tiene todo su ser y vida por naturaleza, y todas sus operaciones y aficiones por amor. Y para dar más a entender el rigor de esta frágil vida dice luego:

Y haciendo porque mueras,

Las flechas que recibes.

Como si dijera: Y demás de lo dicho, ¿cómo puedes perseverar en el cuerpo, pues por sí sólo bastan a quitaste la vida los toques de amor (que eso entiende por flechas) que en tu corazón hace el Amado? Los cuales toques, de tal manera fecunda el alma y el corazón de inteligencia y amor de Dios, que se puede bien decir que concibe de Dios, según lo dice en el verso siguiente:

De lo que del Amado en ti concibes.

Es a saber: De la grandeza, hermosura, sabiduría, gracia y virtudes que de él entiendes.

Anotación de la canción siguiente

A manera de ciervo que cuando está herido con yerba no descansa ni sosiega, buscando por acá y por allá remedio, ahora engolfándose en unas aguas, ahora en otras, y siempre le va creciendo más en todas las ocasiones y remedios que toma el toque de la yerba, hasta que se apodera bien del corazón y viene a morir; así el alma que anda tocada de la yerba del amor, cual ésta de que tratamos aquí, nunca cesando de buscar remedios para su dolor; y ella, conociéndolo así, y que no tiene otro remedio sino venirse a poner en las manos del que la hirió, para que, despeñándola, la acabe ya de matar con la fuerza del amor, vuélvese a su Esposo, que es la causa de todo, y dícele la canción siguiente:

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