V

Cuando España se recogió en sí entrando en el periodo llamado de decadencia, el de crisálida, la expansión de nuestro pueblo habla creado una vigorosa vida periférica, exterior é interior, y fomentado la vida de relación (2).
Por el desarrollo de las funciones de relación progresan los vivientes, acrecentando y enriqueciendo su vida. De la periferia primitiva embrionaria, de los repliegues del exodermo brotan los órganos de la inteligencia, del interior el tubo digestivo, cuyo no enfrenado desarrollo convierte al viviente en parásito estúpido.
Cosquilleos de fuera despiertan lo que duerme en el seno de nuestra conciencia. El que se mete en su concha, ni se conoce ni se posee. La misma diferenciación interior, no la externa, es efecto del ambiente, el mismo regionalismo, ministro de enriquecimiento íntimo, cobra fuerzas del aire extranjero, es el activarse la circulación y vitalidad de los miembros al ensancharse el pecho para recibir el aire ambiente. Las literaturas regionales suelen despertar con vientos cosmopolitas (3).
El desarrollo del amor al campanario sólo es fecundo y sano cuando va de par con el desarrollo del amor á la patria universal humana; de la fusión de estos dos amores, sensitivo sobre todo el uno y el otro sobre todo intelectual, brota el verdadero amor patrio.
Hay que mantenerse en equilibrio con el ambiente asimilándose lo de fuera; la mutualidad brota de suyo, porque necesariamente es recíproca toda adaptación. No hay idea más satánica que la de la auto-redención; los hombres y los pueblos se redimen unos por otros. Las civilizaciones son hijas de generación sexuada, no de brotes.
¡Pobre temor el de que perdiéramos nuestro carácter al abandonarnos á la corriente! Lleva el núcleo castizo de nuestra cultura un fuerte sentimiento de individualidad, un sentido sancho-pancino de las realidades concretas y de la distinción entre lo sensible y lo inteligible, de los hechos intuidos, no inducidos, y un quijotesco anhelo á ciencia final y absoluta, que si no acaba grandes cosas, muere por acometellas. Nuestro quijotismo, impaciente por lo final y absoluto, sería fecundísimo en la corriente del relativismo; nuestro sancho- pancismo opondría acaso un dique al análisis que destruyendo los hechos sólo su polvo nos deja. Pero lo castizo eterno sólo obrará olvidando lo castizo histórico en cuanto excluye.
Hay que matar á Don Quijote para que resucite Alonso Quijano et Bueno, el discreto, el que hablaba á los cabreros del siglo de la paz, el generoso libertador de los galeotes, el que, libre de las sombras caliginosas de la ignorancia que sobre él pusieron su amarga y continua leyenda de los libros de caballerías y sintiéndose á punto de muerte quena hacerla de tal modo que diese á entender no había sido su vida tan mala. « Calle por su vida, vuelva en si y déjese de cuentos », dirá el engañado Sancho al pedirle albricias.
« Los de hasta aquí, replicó Don Quijote, que han sido verdaderos en mi daño, los ha de volver mi muerte, con ayuda del cielo, en mi provecho. »
« Verdaderamente se muere y verdaderamente está cuerdo Alonso Quijano el Bueno! » El bachiller Sansón Carrasco, la razón raciocinante apoyada en el sentido histórico creerá incorregible á Don Quijote y siempre para su solaz la graciosa locura de éste. Así ha sido hasta hoy y así tiene que seguir siendo, hoy como ayer y mañana como hoy. Pero ¿es que la ley del cambio no está sujeta á cambio? ¿No hay ley del cambio de la ley? Lo único inmudable es el principio de continuidad.
Un mezquino sentido toma por la casta íntima y eterna, por el carácter de un pueblo dado, el símbolo de su desarrollo histórico, como tomamos por nuestra personalidad íntima el yo que de ella nos refleja el mundo. Y así se pronuncia consustancial á tal ó cual pueblo la forma que adoptó su personalidad al pasar del reino de la libertad al de la historia, la forma que le dió el ambiente.
Para preservarse la casta histórica castellana creó el Santo Oficio, más que institución religiosa, aduana de unitarismo casticista. Fué la razón raciocinante nacional ejerciendo de Pedro Recio de Tirteafuera del pobre Sancho. Podó ramas enfermas, dicen; pero estropeando el árbol. Barrió el fango... y dejó sin mantillo el campo.



No es aquí todo antojos. Una ojeada al estado mental presente de nuestra sociedad española nos mostrará á la vieja casta histórica luchando contra el pueblo nuevo; veremos que no son palabras sólo lo dicho, que aún lo al parecer más impertinente, desatinado y extravagante de lo expuesto, es pertinente, atinado é intravagante á nuestro propósito. Aún resistimos á la gracia humana y tiene esta resistencia culto y sacerdotes. Resistimos abrirnos al ambiente y descender, desnudos de toda visión histórica, á nuestro profundo seno. Gracias á una virtus medicatrix sacietatis, se cumple la regeneración de todos modos, día por día, pero es deber de cada cual ayudar á la naturaleza y no meterse á poner carriles al progreso.
Raspemos un poco y muy luego daremos en nuestra actual sociedad española con la Inquisición inmanente y difusa, vestida con formalismo de latísima formalidad, con la gravedad, nada seria, de la vieja morgue castillane.


(1) Véase la introducción la Vie de S. François d’Assise, de Pablo Sabatier. Llamo franciscanismo, al movimiento religioso que alcanza su culmen en San Francisco, aunque precediéndole en parte.
(2) Es incalculable el efecto sobre nuestra cultura de haber activado la vida periférica de las costas el descubrimiento de América. Como la superficie crece á menor proporción que la masa, en el cerebro se repliega aquella para acrecentarse á medida que crece la complejidad y delicadeza, de sus funciones, razón por la que son mayores las circunvoluciones en el cerebro humano que en los de los demás animales y mayores en el del blanco que en el de razas inferiores. Y bien puede decirse que el tener el europeo más periférico el cerebro que el negro de Africa, es reflejo de tener Europa más perímetro de costa, seis veces más respecto al área, que el Africa. ¡Maravilloso cerebro el Mediterráneo, viejo cerebro de Europa, con su riquísima variedad de circunvoluciones geográficas, senos, escisuras, archipiélagos, golfos, cabos, ensenadas! Grecia, Italia, Inglaterra deben á sus costas, sobre todo, su cultura, Francia á ser el quïasma, el nodo de la inervación europea occidental, Alemania á la periferia interna de sus mil estadillos.
(3) Un movimiento científico internacional ha despertado el estudio de los dialectos, de las costumbres y de la tradiciones locales; movimientos de carácter internacional despertaron las lenguas populares frente al latín, el franciscanismo al italiano, el luteranismo al alemán. Al movimiento protestante cabe la mejor parte del impulso dado a la lingüística; á los hechos que en comprobación de esto se citan (véase « Port-Royal » en La Vida de los Santos, de Renán). Podemos añadir el de que el libro más antiguo impreso en vascuence, excepción hecha de las Poesías de Dechepare, es la traducción del Nuevo Testamento del hugonote vasco-francés Juan de Leiçarrague. En España, un protestante, Juan de Valdés, inició la lingüística castellana.
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