VI


Es una desolación; en España el pueblo es masa electoral y contribuible. Como no se lo ama, no se le estudia, y como no se le estudia, no se le conoce para amarle. El bachiller Carrasco sigile confirmando á Sancho por « uno de los más solemnes mentecatos de nuestros siglos », porque habla de testamento que no se puede revolcar. Ni sus costumbres, ni su lengua (4), ni sus sentimientos, ni su vida se conocen. Y, sin embargo, es hondamente castizo Pereda, no cuando urde por su cuenta y riesgo tramas con hilos de nuestros viejos clásicos y labra marquetería lingüística libresca, sino cuando explota con tino y arte la riquísima cantera del pueblo en que vive.
¿Que el pueblo es más tradicionalista aún que los que viven en la historia?... Es cierto, pero no al modo de éstos; su tradición es la eterna. Como su ideal es más sentido que pensado y como no toma formas y perfiles definidos y recortados, los que sólo ven lo geométrico y formulable lo confunden con las interpretaciones que de él se hacen.
A raíz de nuestra Gloriosa, tan castiza, dígase lo que se quiera, tan hondamente castiza, levantóse al parecer en contra de ella y en realidad para acabarla y extenderla, el pueblo de los campos, y hoy es el día en que no nos hemos explicado aún aquella oleada. Sólo vemos los programas, las fórmulas, las teorías y las doctrinas con que trataron de explicarla los que aparecían á su frente. Y, sin embargo, no faltó quien dijera con vivo vislumbre de la verdad que aquello no era partido, sino comunión y que no tenía programa. ¿Cuándo se estudiará con amor aquel desbordamiento popular que trascendía de toda forma? ¡Cuántas cosas cabían en los pliegues de aquel lema: Dios, Patria y Rey! Le sucedió lo que al hervidero religioso de la Italia del siglo XIII; lo encasillaron y formularon y cristalizaron, y hoy no se ve aquel empuje profundamente laico, democrático y popular, aquella protesta contra todo mandarinato, todo intelectualismo, todo jacobinismo y todo charlamentarismo, contra todo aristocratismo y centralización unificadora. Fué un movimiento más europeo que español, un irrumpir de lo subconciente en la conciencia, de lo intra-histórico en la historia. Pero en ésta se empantanó, y al adquirir programa y forma perdió su virtud. ¿Para qué seguir escribiendo de un momento intra-histórico que sólo vemos con prejuicios históricos? Quédese para otra ocasión.



Es ya cosa de cerrar estas divagaciones deshilvanadas en que lo por decir queda mucho más que lo dicho. Era mi deseo desarrollar más por extenso la idea de que los casticismos reflexivos, concientes y definidos, los que se buscan en el pasado histórico ó á partir de él persisten no más que en el presente también histórico, no son más que instrumentos de empobrecimiento espiritual de un pueblo; que la mariposa tiene que romper el capullo que formó de su sustancia de gusano; que el cultivo de lo meramente diferencial de un individuo ó un pueblo, no subordinándolo bien á lo común á todos, al sarcoda, exalta un capullo de individualidad á expensas de la personalidad integral; que la miseria mental de España arranca del aislamiento en que nos puso toda una conducta cifrada en el proteccionismo inquisitorial que ahogó en su cuna la Reforma castiza é impidió la entrada á la europea; que en la intra-historia vive con la masa difusa y desdeñada el principio de honda continuidad internacional y de cosmopolitismo, el protoplasma universal humano; que sólo abriendo las ventanas á vientos europeos, empapándonos en el ambiente continental, teniendo fe en que no perderemos nuestra personalidad al hacerlo, europeizándonos para hacer España y chapuzándonos en pueblo, regeneraremos esta estepa moral. Con el aire de fuera regenero mi sangre, no respirando el que exhalo. Mi deseo era desarrollar todo esto, y me encuentro al fin de la jornada con una serie de notas sueltas, especie de sarta sin cuerda, en que se apuntan muchas cosas y casi ninguna se acaba. El lector sensato pondrá el método que falta y llenará los huecos. Me temo que si lo intentara yo, volvería á perderme en digresiones, y en vez de repasar con paso firme el camino seguido, me meterla en nuevas veredas, sendejas y vericuetos á derecha é izquierda, á guisa de perro que se pasea, en incesante ir y venir. Prefiero dejarlo todo en su indeterminación, y me daría por pagado si lograra sugerir una sola idea á un solo lector.
¡Ojalá una verdadera juventud, animosa y libre, rompiendo la malla que nos ahoga y la monotonía uniforme en que estamos alineados, se vuelva con amor á estudiar el pueblo que nos sustenta á todos, y abriendo el pecho y los ojos á las corrientes todas ultrapirenaicas y sin encerrarse en capullos casticistas, jugo seco y muerto del gusano histórico, ni en diferenciaciones nacionales excluyentes, avive con la ducha reconfortante de los jóvenes ideales cosmopolitas el espíritu colectivo intracastizo que duerme esperando un redentor!



(1) Es un punto que merecería estudiarse el de la influencia de nuestra pobreza económica en nuestra cultura. Hace poco se lamentaba un crítico de la indiferencia con que se ha acogido en España la edición académica de las Cantigas del Rey Sabio. Es merecida, porque la tal edición á todo trapo y con todo lujo tipográfico y riqueza material no se adapta á la flaqueza de los bolsillos españoles. La misma suerte debe correr la edición monumental que de las obras de Lope hace la misma Academia. Y esto es más grave teniendo en cuenta de dónde le viene el dinero. Entre tanto, nadie emprende la publicación de algo como la Universal Bibliothek de Phllipp Reclam, de Berlin; ¡qué obra tan meritoria seria ensanchar y dirigir con acierto la « Biblioteca Universal », á dos reales tomo!
(2) A los lamentos por el abandono en que se tiene al magisterio, contestan no pocos que no merecen más ni valen lo que cuestan. Este es un círculo vicioso y nada más, ¿cuál fué antes, la gallina ó el huevo? No se les dignifica porque se dedican á tal función pocos jóvenes de valía, y no lo hacen éstos porque no se dignifica el magisterio.
(3) La inmensa mayoría de los que viven en Madrid ignoran que hay pocas capitales que tengan alrededores más hermosos.
(4) A nuestra Real Academia, que propone para concursos temas de investigación libresca, no se le ha pasado por las mientes pedir trabajos de investigación directa é inmediata sobre la lengua del pueblo en tal ó cual región.

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