III

El orador desleía el boladillo en el vaso de agua: Cataba un sorbo: Hacía engalle: Se tiraba de los almidonados puños:

—Las antiguas colonias españolas, para volver a la ruta de su destino histórico, habrán de escuchar las voces de las civilizaciones originarias de América. Sólo así dejaremos algún día de ser una colonia espiritual del Viejo Continente. El Catolicismo y las corruptelas jurídicas cimentan toda la obra civilizadora de la latinidad en nuestra América. El Catolicismo y las corruptelas jurídicas son grilletes que nos mediatizan a una civilización en descrédito, egoísta y mendaz. Pero si renegamos de esta abyección jurídico religiosa, sea para forjar un nuevo vínculo, donde revivan nuestras tradiciones de comunismo milenario, en un futuro pleno de solidaridad humana, el futuro que estremece con pánicos temblores de cataclismo el vientre del mundo.

Apostilló una voz:

—¡De tu madre!

Se produjo súbito tumulto: Marejadas, repelones, gritos y brazos por alto. Los gendarmes, sacaban a un cholo con la cabeza abierta de un garrotazo. El Licenciado Sánchez Ocaña, un poco pálido, con afectación teatral, sonreía removiendo la cucharilla en el vaso del agua. El Vatecito murmuró palpitante, inclinándose al oído de Fray Mocho:

—¡Quién tuviera una pluma independiente! El patrón quiere una crítica despiadada...

Fray Mocho sacó del pecho un botellín y se agachó besando el gollete:

—¡Muy elocuente!

—Es un oprobio tener vendida la conciencia.

—¡Qué va! Vos no vendés la conciencia.

Vendés la pluma, que no es lo mismo.

—¡Por cochinos treinta pesos!

—Son los fríjoles. No hay que ser poeta.

¿Querés vos soplar?

—¿Qué es ello?

—¡Chicha!

—No me apetece.

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