[Escena IV]

 

 

 

Entren LISEO y NISE [y TURÍN.- Dichos.]

   

LISEO Trátasme con tal desdén,

que pienso que he de apelar

adonde sepan tratar

mis obligaciones bien; 120

   pues advierte, Nise bella,

que Finea ya es sagrado;

que un amor tan desdeñado

puede hallar remedio en ella.

   Tu desdén, que imaginé 125

que pudiera ser menor,

crece al paso de mi amor,

medra al lado de mi fe;

   y su corto entendimiento

ha llegado a tal mudanza, 130

que puede dar esperanza

a mi loco pensamiento.

   Pues, Nise, trátame bien;

u de Finea el favor

será sala en que mi amor 135

apele de tu desdén.

 

 

NISE Liseo, el hacerme fieros

fuera bien considerado

cuando yo te hubiera amado.

 

 

LISEO Los nobles y caballeros 140

   como yo, se han de estimar,

no lo indigno de querer.

 

 

NISE El amor se ha de tener

adonde se puede hallar;

   que como no es elección, 145

sino sólo un accidente,

tiénese donde se siente,

no donde fuera razón.

   El amor no es calidad,

sino estrellas que conciertan 150

las voluntades que aciertan

a ser una voluntad.

 

 

LISEO Eso, señora, no es justo;

y no lo digo con celos,

que pongáis culpa a los cielos 155

de la bajeza del gusto.

   A lo que se hace mal,

no es bien decir: «Fue mi estrella.»

 

 

NISE Yo no pongo culpa en ella,

ni en el curso celestial; 160

   porque Laurencio es un hombre

tan hidalgo y caballero

que puede honrar...

 

 

LISEO ¡Paso!

 

 

NISE Quiero

que reverenciéis su nombre.

 

 

LISEO A no estar tan cerca Otavio... 165

 

 

OTAVIO ¡Oh, Liseo!

 

 

LISEO ¡Oh, mi señor!

 

 

NISE [Aparte.]

 

¡Que se ha de tener amor

por fuerza! ¡Notable agravio!

 

 

Share on Twitter Share on Facebook