Entren LISEO y NISE [y TURÍN.- Dichos.]
LISEO Trátasme con tal desdén,
que pienso que he de apelar
adonde sepan tratar
mis obligaciones bien; 120
pues advierte, Nise bella,
que Finea ya es sagrado;
que un amor tan desdeñado
puede hallar remedio en ella.
Tu desdén, que imaginé 125
que pudiera ser menor,
crece al paso de mi amor,
medra al lado de mi fe;
y su corto entendimiento
ha llegado a tal mudanza, 130
que puede dar esperanza
a mi loco pensamiento.
Pues, Nise, trátame bien;
u de Finea el favor
será sala en que mi amor 135
apele de tu desdén.
NISE Liseo, el hacerme fieros
fuera bien considerado
cuando yo te hubiera amado.
LISEO Los nobles y caballeros 140
como yo, se han de estimar,
no lo indigno de querer.
NISE El amor se ha de tener
adonde se puede hallar;
que como no es elección, 145
sino sólo un accidente,
tiénese donde se siente,
no donde fuera razón.
El amor no es calidad,
sino estrellas que conciertan 150
las voluntades que aciertan
a ser una voluntad.
LISEO Eso, señora, no es justo;
y no lo digo con celos,
que pongáis culpa a los cielos 155
de la bajeza del gusto.
A lo que se hace mal,
no es bien decir: «Fue mi estrella.»
NISE Yo no pongo culpa en ella,
ni en el curso celestial; 160
porque Laurencio es un hombre
tan hidalgo y caballero
que puede honrar...
LISEO ¡Paso!
NISE Quiero
que reverenciéis su nombre.
LISEO A no estar tan cerca Otavio... 165
OTAVIO ¡Oh, Liseo!
LISEO ¡Oh, mi señor!
NISE [Aparte.]
¡Que se ha de tener amor
por fuerza! ¡Notable agravio!