Entre FINEA.- [Dichos.]
FINEA ¡Clara, Laurencio, me dio
nuevas de tanta alegría!
Luego a mi padre dejé, 375
y aunque ella me lo callara,
yo tengo quien me avisara,
que es el alma, que te ve
por mil vidros y cristales,
por donde quiera que vas, 380
porque en mis ojos estás
con memorias inmortales.
Todo este grande lugar
tiene colgado de espejos
mi amor, juntos y parejos, 385
para poderte mirar.
Si vuelvo el rostro allí, veo
tu imagen; si a estotra parte,
también; y ansí viene a darte
nombre de sol mi deseo; 390
que en cuantos espejos mira
y fuentes de pura plata,
su bello rostro retrata
y su luz divina espira.
LAURENCIO ¡Ay, Finea! ¡A Dios pluguiera 395
que nunca tu entendimiento
llegara, como ha llegado,
a la mudanza que veo!
Necio, me tuvo seguro,
y sospechoso discreto; 400
porque yo no te quería
para pedirte consejo.
¿Qué libro esperaba yo
de tus manos? ¿En qué pleito
habías jamás de hacerme 405
información en derecho?
Inocente te quería,
porque una mujer cordero
es tusón de su marido,
que puede traerla al pecho. 410
Todas sabéis lo que basta
para casada, a lo menos;
no hay mujer necia en el mundo,
porque el no hablar no es defeto.
Hable la dama en la reja, 415
escriba, diga concetos
en el coche, en el estrado,
de amor, de engaños, de celos;
pero la casada sepa
de su familia el gobierno; 420
porque el más discreto hablar
no es sancto como el silencio.
Mira el daño que me vino
de transformarse tu ingenio,
pues va a pedirte, ¡ay de mí!, 425
para su mujer, Liseo.
Ya deja a Nise, tu hermana.
Él se casa. Yo soy muerto.
¡Nunca, plega a Dios, hablaras!
FINEA ¿De qué me culpas, Laurencio? 430
A pura imaginación
del alto merecimiento
de tus prendas, aprendí
el que tú dices que tengo.
Por hablarte supe hablar, 435
vencida de tus requiebros;
por leer en tus papeles,
libros difíciles leo;
para responderte escribo.
No he tenido otro maestro 440
que amor; amor me ha enseñado.
Tú eres la ciencia que aprendo.
¿De qué te quejas de mí?
LAURENCIO De mi desdicha me quejo;
pero, pues ya sabes tanto, 445
dame, señora, un remedio.
FINEA El remedio es fácil.
LAURENCIO ¿Cómo?
FINEA Si, porque mi rudo ingenio,
que todos aborrecían,
se ha transformado en discreto, 450
Liseo me quiere bien,
con volver a ser tan necio
como primero le tuve,
me aborrecerá Liseo.
LAURENCIO Pues, ¿sabrás fingirte boba? 455
FINEA Sí; que lo fui mucho tiempo,
y el lugar donde se nace
saben andarle los ciegos.
Demás desto, las mujeres
naturaleza tenemos 460
tan pronta para fingir
o con amor o con miedo,
que, antes de nacer, fingimos.
LAURENCIO ¿Antes de nacer?
FINEA Yo pienso
que en tu vida lo has oído. 465
Escucha.
LAURENCIO Ya escucho atento.
FINEA Cuando estamos en el vientre
de nuestras madres, hacemos
entender a nuestros padres,
para engañar sus deseos, 470
que somos hijos varones;
y así verás que, contentos,
acuden a sus antojos
con amores, con requiebros,
y esperando el mayorazgo 475
tras tantos regalos hechos,
sale una hembra que corta
la esperanza del suceso.
Según esto, si pensaron
que era varón, y hembra vieron, 480
antes de nacer fingimos.
LAURENCIO Es evidente argumento;
pero yo veré si sabes
hacer, Finea, tan presto
mudanza de extremos tales. 485
FINEA Paso, que viene Liseo.
LAURENCIO Allí me voy a esconder.
FINEA Ve presto.
LAURENCIO Sígueme, Pedro.
PEDRO En muchos peligros andas.
LAURENCIO Tal estoy, que no los siento. 490
[Escóndanse LAURENCIO y PEDRO.]