[Escena XXIII]

Entren FINEA y CLARA.

   

FINEA Hasta agora, bien nos va.

 

 

CLARA No hayas miedo que se entienda. 900

 

 

FINEA ¡Oh, cuánto a mi amada prenda

deben mis sentidos ya!

 

 

CLARA ¡Con la humildad que se pone

en el desván...!

 

 

FINEA No te espantes;

que es propia casa de amantes, 905

aunque Laurencio perdone.

 

 

CLARA ¡Y quién no vive en desván

de cuantos hoy han nacido!...

 

 

FINEA Algún humilde que ha sido

de los que en lo bajo están. 910

 

 

CLARA ¡En el desván vive el hombre

que se tiene por más sabio

que Platón!

 

 

FINEA Hácele agravio;

que fue divino su nombre.

 

 

CLARA ¡En el desván, el que anima 915

a grandezas su desprecio!

¡En el desván más de un necio

que por discreto se estima!...

 

 

FINEA ¿Quieres que te diga yo

cómo es falta natural 920

de necios, no pensar mal

de sí mismos?

 

 

CLARA ¿Cómo no?

 

 

FINEA La confianza secreta

tanto el sentido les roba,

que, cuando era yo muy boba, 925

me tuve por muy discreta;

   y como es tan semejante

el saber con la humildad,

ya que tengo habilidad,

me tengo por ignorante. 930

 

 

CLARA ¡En el desván vive bien

un matador criminal,

cuya muerte natural

ninguno o pocos la ven!

   ¡En el desván, de mil modos, 935

y sujeto a mil desgracias,

aquel que diciendo gracias

es desgraciado con todos!

   ¡En el desván, una dama

que, creyendo a quien la inquieta, 940

por una hora de discreta,

pierde mil años de fama!

   ¡En el desván, un preciado

de lindo, y es un caimán,

pero tiénele el desván, 945

como el espejo, engañado!

   ¡En el desván, el que canta

con voz de carro de bueyes,

y el que viene de Muleyes

y a los godos se levanta! 950

   ¡En el desván, el que escribe

versos legos y donados,

y el que, por vanos cuidados,

sujeto a peligros vive!

   Finalmente...

 

 

FINEA Espera un poco; 955

que viene mi padre aquí.

 

 

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