LEANDRO, de camino.- [Dichos.]
LEANDRO: Huésped, ¿habrá qué comer?
LISEO: Seáis, señor, bien llegado.
LEANDRO: Y vos en la misma hallado.
LISEO: ¿A Madrid?...
LEANDRO: Dejéle ayer,
cansado de no salir
con pretensiones cansadas.
LISEO: Esas van adjetivadas
con esperar y sufrir.
Holgara, por ir con vos,
lleváramos un camino.
LEANDRO: Si vais a lo que imagino,
nunca lo permita Dios.
LISEO: No llevo qué pretender;
a negocios hechos voy.
¿Sois de ese lugar?
LEANDRO: Sí soy.
LISEO: Luego podréis conocer
la persona que os nombrare.
LEANDRO: Es Madrid una talega
de piezas, donde se anega
cuanto su máquina pare.
Los reyes, roques y arfiles
conocidas casas tienen;
los demás que van y vienen
son como peones viles:
todo es allí confusión.
LISEO: No es Otavio pieza vil.
LEANDRO: Si es quien yo pienso, es arfil,
y pieza de estimación.
LISEO: Quien yo digo es padre noble
de dos hijas.
LEANDRO: Ya sé quién;
pero dijérades bien
que de una palma y de un roble.
LISEO: ¿Cómo?
LEANDRO: Que entrambas lo son;
pues Nise bella es la palma;
Finea un roble, sin alma
y discurso de razón.
Nise es mujer tan discreta,
sabia, gallarda, entendida,
cuanto Finea encogida,
boba, indigna y imperfeta.
Y aun pienso que oí tratar
que la casaban...
LISEO: [A TURÍN.]
¿No escuchas?
LEANDRO: Verdad es que no habrá muchas
que la puedan igualar
en el riquísimo dote;
mas, ¡ay de aquel desdichado
que espera una bestia al lado!
Pues más de algún marquesote,
a codicia del dinero,
pretende la bobería
desta dama, y a porfía
hacen su calle terrero.
LISEO: [A TURÍN.]
Yo llevo lindo concierto.
¡A gentiles vistas voy!
TURÍN: [A LISEO.]
Disimula.
LISEO: [A TURÍN.]
Tal estoy,
que apenas hablar acierto.-
En fin, señor, ¿Nise es bella
y discreta?...
LEANDRO: Es celebrada
por única, y deseada,
por las partes que hay en ella,
de gente muy principal.
LISEO: ¿Tan necia es esa Finea?
LEANDRO: Mucho sentís que lo sea.
LISEO: Contemplo, de sangre igual,
dos cosas tan desiguales...
Mas, ¿cómo en dote lo son?
Que, hermanas, fuera razón
que los tuvieran iguales.
LEANDRO: Oigo decir que un hermano
de su padre la dejó
esta hacienda, porque vio
que sin ella fuera en vano
casarla con hombre igual
de su noble nacimiento,
supliendo el entendimiento
con el oro.
LISEO: Él hizo mal.
LEANDRO: Antes bien, porque con esto
tan discreta vendrá a ser
como Nise.
TURÍN: ¿Has de comer?
LISEO: Ponme lo que dices, presto,
aunque ya puedo escusallo.
LEANDRO: ¿Mandáis, señor, otra cosa?
LISEO: Serviros. (¡Qué linda esposa!)
(Vase LEANDRO.)