* * *

Al día siguiente se supo que La Ronca había salido de Madrid, dejando la compañía, dejándolo todo. No se la volvió a ver en un teatro

hasta que años después el hambre la echó otra

vez a los de provincias, como echa al lobo a

poblado en el invierno.

Don Ramón Baluarte era un hombre que

había nacido para el amor, y envejecía soltero,

porque nunca le había amado una mujer como

él quería ser amado. El corazón le dijo entonces

que la mujer que le amaba como él quería era

La Ronca, la de la fuga. ¡A buena hora!

Y decía suspirando el crítico al acostarse:

-¡El demonio del sacerdocio!

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