- XVI -

«El rey se alegrará en Dios, y serán alabados todos aquellos que juran en él, porque cerrada está la boca de los que hablan cosas inicuas». Estas palabras puedo anteponer aquí, porque todo verdadero rey debe amar más que nada la verdad. Y así está escrito en el libro de la Sabiduría: «Amad la luz de sabiduría, vosotros los que presidís a los pueblos»; y la luz de la sabiduría es la propia verdad. Digo, pues, que por eso se alegrarán todos los reyes, porque se ha reprobado la falsa y dañosísima opinión de los hombres malvados y engañados, que de nobleza han hablado inicuamente hasta ahora.

Es menester proceder a tratar la verdad, conforme a la división hecha más arriba en el tercer capítulo del presente Tratado. Esta segunda parte, pues, que comienza: Digo que toda virtud principalmente se propone determinar la nobleza según la verdad; y esta parte se divide en dos: en la primera de las cuales quiérese mostrar lo que la nobleza es, y en la segunda, como se puede conocer a aquél donde reside; y comienza esta segunda parte: Hay nobleza donde quiera que hay virtud.

Para entrar con perfección en el Tratado, se han de ver primeramente dos cosas. Una es lo que por la palabra nobleza se entiende, considerada simplemente; la otra es el camino por que se ha de ir para buscar la definición susodicha. Digo, pues, que si queremos considerar la manera común de hablar, por la palabra nobleza se entiende perfección de la propia naturaleza en toda cosa. Así pues, no sólo al hombre se atribuye, sino también a las cosas todas; porque el hombre dice noble piedra, noble planta, noble caballo, noble halcón, a todo aquello que sea perfecto por naturaleza. Y por eso dice Salomón en el Eclesiastés: «Bienaventurada la tierra cuyo rey es noble», que no quiere decir sino «cuyo rey es perfecto, según su perfección de alma y de cuerpo»; y también lo manifiesta en lo que antes dice, al decir: ¡Ay de ti, tierra, cuyo rey es párvulo por su edad, mas por sus costumbres desordenadas y por defecto de vida!», como enseña el filósofo en el primero de la Ética. Hay algunos necios que creen que con la palabra noble se entiende el ser de muchos conocido y nombrado; y dicen que procede de un verbo que significa conocer, es decir, nosco; mas esto es sobremanera falso. Porque, si así fuese, aquellas cosas que más nombradas y conocidas fuesen en su género, más nobles en su género serían;. y así la aguja de San Pedro sería la piedra más noble del mundo, y Asdente, el zapatero de Parma, sería más noble que ninguno de sus ciudadanos, y Albuino della Scala sería más noble que Guido da Castello di Reggio; cosas éstas falsísimas todas. Y, por, lo tanto, es falso proceda de conocer, sino que procede de no vil; y así noble es como no vil. Esta perfección pretende el filósofo en el séptimo de la Física, cuando dice: «Toda cosa es sobremanera perfecta, cuando logra y añade en virtud propia»; y entonces es sobremanera perfecta conforme a su naturaleza.

Así pues, puede decirse, perfecto el círculo cuando es verdaderamente círculo, es decir, cuando añade su propia virtud; entonces está en toda su naturaleza y entonces se puede decir círculo noble. Y acaece esto cuando en el lugar hay un punto que diste igualmente de la circunferencia. Pierde su virtud el círculo que tiene figura de huevo, y no es noble, como tampoco que tiene casi figura de huevo, y no es noble, como tampoco que tiene casi figura de luna llena, porque no está en él perfecta su naturaleza. Y así se ve manifiestamente que generalmente esta palabra Nobleza significa en todas las cosas perfección de su naturaleza, y esto es lo primero que se busca, para mejor entrar en el Tratado de la parte que nos proponemos exponer. En segundo lugar, hemos de ver cuál es el camino para encontrar la definición de humana nobleza, que el presente proceso se propone. Digo pues, que como quiera que en todas aquellas cosas de la misma especie, como son los hombres, no se puede definir su inmejorable perfección por los principios esenciales, es menester definir y conocer aquélla por sus efectos, y por eso se lee en el Evangelio de San Mateo, cuando dice Cristo: «Guardaos de los falsos profetas; por sus frutos los conoceréis». Y por el camino derecho se ve esta definición, que se va buscando por los frutos, que son virtudes morales e intelectuales, las cuales siembra nuestra nobleza, como en su definición se manifestará plenamente. Y éstas son las dos cosas que era menester ver, antes de proceder a otras, como se dice en el capítulo de más arriba.

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