XXXIV

El primer aniversario del día en que mi amada adquirió ciudadanía de vida eterna hallábame yo sentado mientras, recordándola, dibujaba un ángulo sobre unas tablillas. Al volver los ojos, vi cerca de mí a caballeros que me cumplía atender. Contemplaban lo que yo hacía ysegún se me dijo después ya estaban allí algún tiempo antes de que yo me percatase. Al verlos, me levanté y, saludándolos, dije: «Otra persona pensaba tener ahora por testigo.» Cuando se alejaron torné a mi tarea, a dibujar figuras de ángel. Y estando en ello vínome a las mientes escribir en conmemoración del aniversario, y dirigiéndome a quienes se me habían acercado. Entonces compuse el soneto que empieza: «Por ventura acudió a la mente mía.» Tiene dos principios y lo dividiré con arreglo a cada uno de ellos.

Con arreglo al primero, el soneto consta de tres partes. En la primera digo que aquella mujer estaba ya en mi memoria; en la segunda, lo que Amor me hacía; en la tercera, los efectos de Amor. La segunda empieza en «Amor, que en mi memoria»; la tercera, en «Llorando, sí».

Esta parte se divide en dos: en la primera digo que todos mis suspiros salían hablando; en la segunda, cómo algunos hablaban de manera distinta a los otros. La segunda parte empieza en «Y el suspiro más fuerte». De la misma guisa se divide el soneto con arreglo al otro principio, salvo que en la primera parte digo cuándo aquella mujer se presentó en mi mente, cosa que no refiero en el otro.

PRIMER COMIENZO

Por ventura acudió a la mente mía

la señora gentil a quien pusiera

por sus méritos Dios en la alta esfera de la humanidad, do está siempre María.

SEGUNDO COMIENZO

Por ventura acudió a la mente mía

la que llora el Amor, dama radiosa

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cuando por su virtud, tan poderosa,

llegasteis, para ver lo que yo hacía.

Amor, que en mi memoria la veía,

despertóse en el alma, do reposa,

a suspiros mandó voz imperiosa

y brotaron con gran melancolía.

Llorando, sí, salían de mi pecho

con voz que determina la presencia

de lágrima fatal en cara triste.

Y el suspiro más fuerte y más deshecho exclamaba: “Oh sublime inteligencia; al Cielo, hoy hace un año, que subiste.”

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