IX

—Aquí me tenéis en cueros ante los cañones de vuestros fusiles, sin miedo de nada, ni de vuestros fusiles siquiera. En cambio, vosotros estáis pálidos de terror, tenéis miedo de todo, incluso de vuestros fusiles, incluso de mi cuerpo desnudo. Cuando el terremoto ha estallado, ha destruído vuestra ciudad y vuestra dicha, ha matado a vuestras mujeres y a vuestros hijos, y a mí, ya veis, me ha abierto la puerta de la cárcel, ¿cómo había de tener yo miedo? En toda la tierra no hay nada que me pertenezca. ¡Estoy en cueros!

Share on Twitter Share on Facebook