El rey fija plazo para las vistas
Dispónese con los suyos para ir a ellas
Por fin, a aquel rey honrado le presentaron las cartas, cuando las vio don Alfonso de corazón se alegraba.
“Saludadme a Mío Cid, que en buen hora ciñó espada: celébrese la entrevista al cumplirse tres semanas; si yo vivo para entonces me encontraré allí sin falta”.
Los mensajeros del Cid ya sin tardar se tornaban.
De una parte y de otra parte a las vistas se preparan.
¿Quién vio nunca por Castilla tanta mula bien preciada, tanto hermoso palafrén de buen aire y buena marcha, caballos tan bien criados y corredores sin tacha, tanto vistoso pendón encajado en buenas astas, escudos que en medio llevan guarnición de oro y de plata, cendales de Alejandría, tantos mantos, pieles tantas?
Provisiones abundantes el rey enviar mandaba
a orilla del Tajo, donde la entrevista se prepara.
Un séquito numeroso al rey Alfonso acompaña.
Los infantes de Carrión con gran alegría andan, mucho compran, unas cosas las deben y otras las pagan, porque con aquella bodas ellos ya se figuraban que tendrán cuanto quisieran de oro y plata.
El monarca don Alfonso muy de prisa cabalgaba
con condes y ricos hombres y con muy grandes mesnadas.
Los infantes de Carrión su buen séquito llevaban.
Leoneses y gallegos al rey Alfonso acompañan
y no se pueden contar las mesnadas castellanas.
Allí soltaron las riendas, para la entrevista marchan.