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El Cid concede al obispo las primeras heridas

 

El día saliendo va y ya la noche es entrada,

no tardan en prepararse aquellas gentes cristianas.

Por segunda vez se oían los gallos antes del alba; el obispo don Jerónimo una misa les cantaba, cuando la misa acabó buena absolución les daba.

“El que en la lucha muriere peleando cara a cara de sus pecados le absuelvo y Dios cogerá su alma.

A vos, Cid Campeador, que en buen hora ciñó espada, una misa os acabo de cantar esta mañana, y en cambio pediros quiero que me otorguéis una gracia, y es que los primeros golpes sean dados por mi espada”.

Díjole el Campeador: “Aquí os queda otorgada”.

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