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El obispo rompe la batalla

El Cid acomete

Invade el campamento de los moros

 

El obispo don Jerónimo hizo una buena arrancada y fue a atacar a los moros allí donde ellos acampan.

Por la suerte que tenía y por lo que Dios le amaba de sus dos golpes primeros dos enemigos mataba.

Ya tiene rota la lanza y metió mano a la espada.

¡Cómo se esfuerza el obispo, Dios mío, qué bien luchaba!

A dos mató con la lanza y ahora cinco con la espada.

Pero son muchos los moros y en derredor le cercaban, muy grandes golpes le dieron, pero la armadura aguanta.

Mío Cid el bienhadado los ojos en él clavaba,

por fin embraza el escudo, baja el astil de la lanza y espolea a su Babieca, el caballo que bien anda: ya va a atacar a los moros con el corazón y el alma.

Entre las filas primeras el Campeador se entraba, a siete tira por tierra, y a otros cuatro los mataba.

Así empieza la victoria que aquel día fue lograda.

Mío Cid con sus vasallos detrás de los moros anda.

Vierais romper tantas cuerdas y quebrar tantas estacas y con sus labrados postes tiendas que se desplomaban.

Los del Cid a los de Búcar fuera de sus tiendas lanzan.

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