118

Los cristianos persiguen al enemigo

El Cid alcanza y mata a Búcar

Gana la espada Tizón

 

De sus tiendas les arrojan y persiguiéndoles van: Vierais allí tantos brazos con sus lorigas cortar, tantas cabezas con yelmo por aquel campo rodar y los caballos sin amo correr de aquí para allá.

Aquella persecución siete millas fue a durar.

Mío Cid a aquel rey Búcar a los alcances le va:

“Vuélvete, Búcar, decía, viniste de allende el mar y al Cid de la barba grande cara a cara has de mirar, los dos, hemos de besarnos, pactaremos amistad.”

Repuso Búcar: “¡Que Dios confunda a un amigo tal!

Espada tienes en mano y te veo espolear,

se me figura que quieres en mí tu espada ensayar.

Mas si no cae mi caballo y ningún tropiezo da, no te juntarás conmigo como no sea en el mar.”

Responde entonces el Cid: “Esto no será verdad.”

Buen caballo tiene Búcar, grandes saltos le hace dar, pero Babieca el del Cid a los alcances le va.

Mío Cid alcanza a Búcar a tres brazas de la mar, alza su espada Colada, un fuerte golpe le da, los carbunclos de su yelmo todos se los fue a arrancar, luego el yelmo y la cabeza le parte por la mitad, hasta la misma cintura la espada fue a penetrar.

El Cid ha matado a Búcar aquel rey de allende el mar, ganó la espada Tizona, mil marcos de oro valdrá.

Batalla maravillosa y grande supo ganar.

Aquí se honró Mío Cid y cuantos con él están.

Share on Twitter Share on Facebook