Vanidad de los infantes
Burlas de que ellos son objeto
Entonces empieza a hablar el infante don Fernando:
“Gracias a Dios Creador, y a vos, Mío Cid honrado, tantos bienes poseemos que no pueden ser contados, por vos ganamos en honra y por vos hemos luchado, a los moros que vencimos allí en el campo y matamos a aquel rey que los mandaba, Búcar, un traidor probado.
Pensad, Cid, en vuestras cosas, lo nuestro está en buenas manos.”
Los vasallos de Mío Cid sonríen al escucharlos: que en perseguir unos, otros en luchar, se señalaron y en ninguna parte vieron a don Diego y don Fernando.
Por todas aquellas burlas que en la corte les gastaron, y porque siempre con risas los están escarmentando, los infantes de Carrión tienen pensamientos malos.
Se fueron a hablar aparte, bien se ve que son hermanos.
Pero aquello que ellos traman no queremos ni escucharlo.
“Vámonos para Carrión, ya hace mucho que aquí estamos, son tan crecidos los bienes que aquí no hemos ganado que aunque viviéramos mucho no podríamos gastarlos.”