Los infantes deciden afrentar a las hijas del Cid Piden al Cid sus mujeres para llevarlas a Carrión EI Cid accede Ajuar que da a sus hijas
Los infantes dispónense a marchar
Las hijas despídense del padre
„Pidamos nuestras mujeres a este Cid Campeador.
Diremos que las llevamos a heredades de Carrión para que vean allí las tierras que nuestras son.
Saquémoslas del amparo de Mío Cid Campeador,
y por el camino haremos lo que nos plazca a los dos antes que nos pidan cuentas por aquello del león.
De gran linaje venimos, somos condes de Carrión.
Muchos bienes nos llevamos que valen mucho valor, escarnio haremos a las hijas del Campeador.
Con estos bienes seremos ya ricos hombres los dos: podremos casar con hija de rey o de emperador.
De gran linaje venimos, somos condes de Carrión; escarnio haremos a las hijas del Campeador antes que nos pidan cuentas por aquello del león.”
Después de puestos de acuerdo a la corte van los dos, hicieron callar a todos, Fernán González habló: “Nuestro Señor os bendiga, Mío Cid Campeador, pedimos a vuestra esposa, pedimos primero a vos y a Minaya y a los otros que están aquí alrededor que nos den nuestras mujeres, esposas por bendición, para llevarlas a aquellas tierras nuestras de Carrión: de lo que en arras les dimos tomaran ya posesión y así verán vuestras hijas las tierras que nuestras son, y que han de ser de los hijos que nos nazcan a los dos.”
No receló ningún mal Mío Cid Campeador:
“Llevadlas y de algo mío yo les haré donación; vosotros disteis por arras unas villas de Carrión, yo quiero darles ahora tres mil marcos de valor, y mulas y palafrenes que de buena talla son y unos veloces caballos de montar para los dos y trajes y vestiduras de oro y seda en profusión.
Os daré mis dos espadas, Colada y Tizona; no
olvidéis que las gané en el campo, a lo varón
si os entrego a mis hijas por hijos os tengo yo.
Para allá os me lleváis las telas de corazón.
Que sepan allí en Castilla y en Galicia y en León con qué riqueza tan grande hoy os despido a los dos.
Servid bien a mis dos hijas, que vuestras mujeres son, que si las sirviereis bién os daré buen galardón.”
A todo dicen que sí los infantes de Carrión.
Sus hijas les ha entregado Mío Cid Campeador,
y empiezan a recibir lo que el Cid les regaló.
Cuando ya estuvieron hartos de recibir tanto don mandan cargar las acémilas los infantes de Carrión.
Mucho rebullicio había por Valencia la mayor,
cada cual sus armas coge, en su caballo montó
por despedir a las hijas del Cid, que van a Carrión.
Iba a comenzar la marcha la despedida llegó.
Entonces las dos hermanas doña Elvira y doña Sol van a hincarse de rodillas ante el Cid Campeador: “Merced os pedimos, padre, válgaos el Creador, vos nos habéis engendrado, nuestra madre nos parió, señor y señora nuestros, estáis delante los dos.
Ahora, padre, nos mandáis a las tierras de Carrión y fuerza nos es cumplir aquello que mandáis vos.
Así merced os pedimos, nuestro buen padre y señor, que mandéis noticias vuestras a las tierras de Carrión.”
Las abraza y en la boca las besa el Cid a las dos.