132

Minaya y sus primas parten de San Esteban

El Cid sale a recibirlos

 

Álvar Fáñez y las damas llorando los tres están.

Entonces Pedro Bermúdez así les empieza a hablar:

“Doña Elvira y doña Sol, no tengáis cuidado ya, sanas y vivas estáis y libres de todo mal, si buena boda perdisteis, mejor la podréis ganar.

Ya ha de venir algún día que os podamos vengar”.

Esa noche descansaron, que alegres de verse están; otro día de mañana empiezan a cabalgar.

Aquellos varones de San Esteban de Gormaz

a despedirlos salieron y entreteniéndolos van

hasta Río Amor; de allí se volvieron para atrás.

Minaya con las dos damas su camino seguirá.

La Alcoceba cruzan, dejan a la derecha Gormaz

y luego por donde dicen Vadorrey van a pasar;

en el pueblo de Berlanga se quedan a descansar, otro día de mañana echaron de nuevo a andar.

En Medina se pararon esa noche a reposar

y a otro día hasta Molina en una jornada van.

El buen moro Abengalbón alégrase de verdad

y a recibirlos salía de muy buena voluntad.

Por amor de Mío Cid una gran cena les da.

Y de aquí para Valencia en derechura se van.

Al que en buen hora nació ya la noticia le dan, a prisa monta a caballo, a recibirlos saldrá, iba jugando las armas de lo gozoso que está.

Mío Cid Campeador a sus hijas fue a abrazar,

las besa, ya se sonríe, ahora oiréis lo que dirá:

“¡Sois vosotras, hijas mías! ¡Que Dios os guarde del mal!

Acepté yo vuestras bodas por no saberme negar.

Mas espero del Señor que allá en los cielos está que otra vez mejor casadas vuestro padre os verá.

De mis yernos de Carrión Dios me tiene que vengar”.

A Mío Cid sus dos hijas las manos van a besar.

Jugando todos las armas se entraron en la ciudad.

¡Qué gozo tan grande tuvo su madre al verlas llegar!

No quiere perder el tiempo Mío Cid el de Vivar, con sus fieles caballeros hablando en secreto está, a Alfonso rey de Castilla mensajes piensa enviar.

Share on Twitter Share on Facebook