LXXXIX. 1-9. El Diluvio y la Liberación de Noé.

CAPÍTULO LXXIX.

1. Y uno de esos cuatro fue a ese toro blanco y le instruyó en un secreto, sin que él se asustara: nació un toro y se convirtió en un hombre, y se construyó un gran vaso y habitó en él; y tres toros moraban con él en esa vasija y estaban cubiertos. 2. Y de nuevo alcé mis ojos al cielo y vi un techo alto, con siete torrentes de agua sobre él, y esos torrentes corrían con mucha agua en un recinto. 3. Y volví a mirar, y he aquí fuentes que se abrieron sobre la superficie de ese gran recinto, y el agua comenzó a hincharse ya subir sobre la superficie, y vi ese recinto hasta que toda su superficie estuvo cubierta de agua. 4. Y el agua, la oscuridad y la niebla aumentaron sobre ella; y cuando miré a la altura de ese agua, esa agua se había elevado por encima de la altura de ese recinto, y estaba fluyendo sobre ese recinto, y se paró sobre la tierra. 5. Y se juntaron todos los ganados de aquel cercado hasta que vi como se hundían y eran tragados y perecían en aquella agua. 6. Pero ese barco flotaba en el agua, mientras que todos los bueyes y elefantes y camellos y asnos se hundieron hasta el fondo con todos los animales, de modo que ya no pude verlos, y no pudieron escapar, sino que perecieron y se hundieron en las profundidades. 7. Y nuevamente vio en la visión hasta que esos torrentes de agua fueron removidos de ese techo alto, y los abismos de la tierra fueron allanados y otros abismos fueron abiertos. 8. Entonces el agua comenzó a correr hacia abajo en estos, hasta que la tierra se hizo visible; pero esa vasija se asentó en la tierra, y las tinieblas se retiraron y apareció la luz. 9. Pero aquel toro blanco que se había hecho hombre salió de aquella vasija, y los tres toros con él, y uno de esos tres era blanco como aquel toro, y uno de ellos era rojo como la sangre, y el otro negro: y eso toro blanco partió de ellos.

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