CAPÍTULO CII.
1. En aquellos días cuando Él haya traído un fuego terrible sobre ti,
¿Adónde huiréis, y dónde encontraréis liberación?
Y cuando lanza Su palabra contra ti
¿No tendrás miedo y miedo?
2. Y todas las luminarias se asustarán con gran temor,
Y toda la tierra se espantará y temblará y se alarmará.
3. Y todos los †ángeles ejecutarán sus mandatos†
y buscarán esconderse de la presencia de la Gran Gloria,
Y los hijos de la tierra temblarán y se estremecerán;
Y vosotros, pecadores, seréis malditos para siempre,
Y no tendréis paz.
4. No temáis, almas de los justos,
Y tened esperanza vosotros que habéis muerto en justicia.
5. Y no os entristezcáis si vuestra alma ha descendido con dolor al Seol,
y que en tu vida tu cuerpo no fue conforme a tu bondad,
Pero espera el día del juicio de los pecadores
y para el día de la maldición y del castigo.
6. Y sin embargo, cuando morís, los pecadores hablan de vosotros:
'Como nosotros morimos, así mueren los justos,
¿Y qué beneficio obtienen por sus obras?
7. He aquí, así como nosotros, ellos mueren en el dolor y la oscuridad,
¿Y qué tienen ellos más que nosotros?
A partir de ahora somos iguales.
8. ¿Y qué recibirán y qué verán para siempre?
He aquí, ellos también han muerto,
Y de ahora en adelante nunca verán la luz.
9 Os digo, pecadores, que os contentáis con comer y beber, y robar y pecar, y desnudar a los hombres, y adquirir riquezas y ver días buenos. 10. ¿Habéis visto a los justos cómo se les acaba el fin, que no se halla en ellos ningún tipo de violencia hasta su muerte? 11. 'Sin embargo, perecieron y se volvieron como si no hubieran sido, y sus espíritus descendieron al Seol en tribulación.'