CI. Exhortación al Temor de Dios: toda la Naturaleza le teme pero no los Pecadores.

CAPÍTULO CI.

1. Observad el cielo, hijos del cielo, y toda obra del Altísimo, y temedle y no hagáis mal en su presencia. 2. Si Él cierra las ventanas de los cielos, e impide que la lluvia y el rocío desciendan sobre la tierra por causa de vosotros, ¿qué haréis entonces? 3. Y si Él envía Su ira sobre vosotros a causa de vuestras obras, no podéis pedirle; porque hablasteis palabras soberbias e insolentes contra su justicia; por tanto, no tendréis paz. 4. ¿Y no veis a los marineros de las naves, cómo sus naves son sacudidas por las olas, y son sacudidas por los vientos, y están en graves problemas? 5. Y por eso temen porque todas sus valiosas posesiones van con ellos al mar, y tienen malos presentimientos en su corazón de que el mar los tragará y perecerán en él.

6. ¿No es todo el mar y todas sus aguas, y todos sus movimientos, obra del Altísimo, y Él no ha puesto límites a sus obras, y lo ha encerrado por completo en la arena? 7. Y ante su reprensión tiene miedo y se seca, y mueren todos sus peces y todo lo que hay en él; pero vosotros, pecadores que estáis en la tierra, no le temáis. 8. ¿No hizo Él los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos? ¿Quién ha dado entendimiento y sabiduría a todo lo que se mueve sobre la tierra y el mar? 9. ¿No temen al mar los marineros de los barcos? Sin embargo, los pecadores no temen al Altísimo.

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