CONCILIACIÓN DE LAS OPINIONES OPUESTAS SOBRE LA NATURALEZA DE LA AMISTAD

Como ya dije al principio de este tratado, la palabra amigo se ha tomado en un sentido demasiado general en las teorías su-perficiales que se han emitido sobre la amistad. Según hemos visto, unos sostenían que el amigo es lo semejante, y otros que lo contrario. Ahora debemos explicar las verdaderas relaciones de lo semejante y de lo contrario con las diversas amistades que hemos indicado.

Se puede, desde luego, reducir la noción de lo semejante a la de lo agradable y de lo bueno, porque lo bueno es simple, mientras que lo malo es de formas muy múltiples. El hombre verdaderamente bueno siempre es semejante a sí mismo y no muda jamás de carácter; lejos de esto, el malo, el insensato, no se parece en nada de la mañana a la tarde. Y así, los malos, co-mo no tengan que concertarse para algún objeto, no son amigos unos de otros, están constantemente divididos, y la amistad que no es sólida no es amistad.

En este sentido, el semejante es el amigo, porque el bueno es semejante. Pero en otro sentido puede decirse que lo semejante se confunde con lo agradable porque las mismas cosas son agradables a los que se asemejan; y es una ley natural que to-do ser gusta en primer lugar de sí mismo. He aquí por qué los mismos sonidos de la voz, las maneras, las relaciones cotidia-nas, son tan agradables a los miembros de una misma familia, y añado que lo mismo sucede entre los animales. Éstos son as-pectos según, los que también los malos pueden, como los demás, amarse entre sí: "Y el malo siempre busca al malo.”

Por otra parte, puede sostenerse que lo contrario es el amigo de lo contrario, como puede serlo lo útil, porque lo semejante es inútil a su semejanza. Así, el dueño tiene necesidad del esclavo, y el esclavo del dueño; así, el marido y la mujer tienen necesidad el uno del otro, y así, lo contrario es a la vez agradable y deseado en tanto que útil, y si no es el objeto que se busca, sirve, por lo menos, para llegar a él. En efecto, cuando se obtiene lo que se desea se ha alcanzado ya el fin mismo a que 106 se aspira, y no se desea ya lo contrario, como lo caliente desea lo frío, y como lo seco desea lo húmedo.

Desde cierto punto de vista hasta la amistad de lo contrario puede pasar por un bien. Y, así, los contrarios se desean mutuamente por la interposición del medio en que se juntan. Se buscan como las piezas de un objeto que se recompone, porque de la reunión de ambos es como se forma un solo y único medio. Pero añado que sólo por accidente e indirectamente es co-mo lo contrario desea lo contrario, porque en sí sólo desea la posición intermedia del medio; y, repito, los contrarios no pueden desearse mutuamente; sólo es el medio el que desean.

Cuando ha habido demasiado frío, se busca el medio para calentarse; cuando ha habido demasiado calor, se busca también aquél para enfriarse; y lo mismo sucede en todas las demás cosas. Si acontece otra cosa, se está siempre en la esfera del deseo, y jamás en los medios.

Por lo contrario, el que ha llegado al justo medio goza con él sin desear las cosas que son naturalmente agradables, mientras que los otros sólo gozan con lo que excede de las cualidades y de los límites naturales del medio. Hay más; esta especie de amistad entre los contrarios podría extenderse y aplicarse también a las cosas inanimadas; pero el verdadero amor sólo se produce cuando existe el medio con respecto a seres animados y vivos. He aquí por qué muchas veces gusta uno de los seres que son respecto de nosotros los más desemejantes; los hombres austeros gustan de los risueños y los de carácter ardiente de los perezosos. Podría decirse que los unos reemplazan a los otros en el verdadero medio. Sólo indirectamente, como acabo de decir, los contrarios son amigos, y sólo lo son a causa del bien que se hacen recíprocamente.

Conforme a las explicaciones que acabarnos de dar, debe verse ahora cuáles son las especies de amistad, cuáles las diferencias que distinguen los amigos amantes de los amados, y, en fin, bajo qué condiciones pueden los hombres ser amigos sin que exista un afecto recíproco.

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