De la dulzura

Es conveniente seguir el mismo método para analizar la dulzu-ra y la dureza de carácter. Se ve si un hombre es dulce por el modo cómo siente el dolor que nace de la coléra. En el cuadro que hemos trazado más arriba, al hombre colérico, duro o grosero, que son todos grados de una misma disposición, hemos opuesto el hombre servil y sin juicio. Estos últimos nombres son los que ordinariamente se da a aquellos cuyo corazón no sabe irritarse por cosas que valen la pena, y lejos de esto toleran fácilmente los ultrajes, y se rebajan tanto más cuanto más se los desprecia.

En este dolor que llamamos cólera, la frialdad, que con dificultad se conmueve, es lo opuesto al ardor, que se irrita en el acto. La debilidad es lo opuesto a la violencia, y la poca duración a la larga duración. En éste, como en los demás sentimientos que hemos estudiado, puede haber exceso o defecto. El hombre irascible y duro es el que se irrita mas violentamente, más pronto y por más tiempo de lo justo en casos en que no hay necesidad, por cosas que no lo merecen y por toda especie de las mismas sin discernimiento. El hombre débil y servil es todo lo contrario.

Es claro que entre estos dos extremos desiguales hay un me dio. Por consiguiente, si estas dos disposiciones son viciosas y malas, es evidente que la disposición media es la buena. Ella ni se anticipa, ni se retrasa; no se irrita por cosas que no deben irritar, ni deja de sentir la cólera en los casos en que debe sentirse. Luego, si en este orden de sentimientos la dulzura es la mejor disposición, es claro que es una especie de medio, y que el hombre dulce o suave está entre el hombre duro y el servil.

72

Share on Twitter Share on Facebook