IV Presentación del general Masterson

 

To introduce General Masterson

 

Buscando al comandante de su división, el general Cameron y su escolta habían seguido la línea de batalla durante casi una milla hacia la derecha de la batería de Ransome, para enterarse de que el comandante de división había salido a buscar al comandante del cuerpo. Parecía que todos andaban en busca de su superior inmediato, lo cual era un hecho ominoso. Esto significaba que nadie se encontraba tranquilo. Así fue que el general Cameron siguió cabalgando otra media milla y encontró por fortuna al general Masterson que regresaba.

—Ah, Cameron —dijo el oficial superior, deteniendo a su caballo y cruzando su pierna derecha a través de su montura con un estilo por demás poco militar—. ¿Alguna novedad? Espero que haya encontrado una buena posición para su batería, si es que se puede hablar de un lugar mejor que otro en la niebla.

—Sí, general —dijo el otro con la máxima dignidad apropiada a su rango menor. Mi batería está muy bien emplazada. Quisiera poder decir que está igualmente bien comandada.

—Eh, ¿cómo es eso? ¿Ransome? Creo que es una excelente persona. En el ejército debiéramos estar orgullosos de él.

Era costumbre de los oficiales del ejército regular hablar del mismo refiriéndose a «el ejército». De la misma manera que las mayores ciudades son provincianas, la complacencia propia de las aristocracias es francamente plebeya.

—Es muy cerrado en sus opiniones. A propósito, para ocupar la colina que él defiende tuve que extender peligrosamente mi línea. La colina está a mi izquierda, lo cual es decir el flanco izquierdo del ejército.

—Oh, no, la brigada de Hart está más allá. La enviaron desde Drytown anoche y le ordenaron que se uniera a sus fuerzas. Más vale que vaya y...

La frase quedó sin terminar. Una cerrada descarga de artillería había estallado hacia la izquierda, y ambos oficiales, seguidos por sus séquitos de ayudantes y ordenanzas, con gran ruido de sables, se alejaron rápidamente hacia aquel lugar. Pero pronto hubieron de detenerse, porque se vieron obligados por la niebla a no perder de vista la línea de fuego, detrás de la cual enjambres de hombres en movimiento se les atravesaban. Por todas partes las filas se definían más nítidamente al tomar los hombres sus armas y organizarse con sus oficiales que blandían los sables. Los abanderados desplegaron sus banderas, los clarines llamaban a cerrar filas y los enfermeros aparecían con las camillas. Los oficiales de línea montaban y enviaban su impedimenta hacia la retaguardia para que los sirvientes negros se ocuparan de ella. Más atrás, en los claros fantasmagóricos del bosque, se escuchaba el murmullo de las reservas que se reunían.

Todas estas preparaciones no eran vanas, porque no habían pasado cinco minutos desde que los cañones del capitán Ransome rompieran la tregua de la duda, cuando toda la región estallaba. El enemigo atacaba por todas partes.

 

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