II

Errantes, fugitivas, misteriosas,

tienden las nubes presuroso el vuelo,

no como un tiempo cándidas y hermosas,

sí llenas de amargura y desconsuelo.

Más allá... más allá... siempre adelante

prosiguen sin descanso su carrera;

bañado en llanto el pálido semblante,

con que riegan el bosque y la pradera.

Que enojada la mar donde se miran

y oscurecido el sol que las amó,

sólo saben decir cuando suspiran:

Todo para nosotras acabó.