Errantes, fugitivas, misteriosas,
tienden las nubes presuroso el vuelo,
no como un tiempo cándidas y hermosas,
sí llenas de amargura y desconsuelo.
Más allá... más allá... siempre adelante
prosiguen sin descanso su carrera;
bañado en llanto el pálido semblante,
con que riegan el bosque y la pradera.
Que enojada la mar donde se miran
y oscurecido el sol que las amó,
sólo saben decir cuando suspiran:
Todo para nosotras acabó.