¿Y yo tranquila, he de gozar en tanto
de blando sueño y lecho cariñoso,
mientras herida de mortal espanto
moras en el profundo tenebroso?
¿Llegará a tanto el insensible olvido?...
¿La ingratitud del hombre a tanto alcanza,
que entre uno y otro lazo desunido
ceda siempre al vaivén de la mudanza?
¡Odioso y torpe proceder de un hijo,
a quien la dulce madre en su agonía,
con besos y caricias le bendijo
olvidando el dolor por que moría!