[II]

Todo lo ves, y todos los mortales,

cuantos en el mundo habitan,

en busca del alivio de sus males,

tu blanca luz solicitan.

Unos para consuelo de dolores,

otros tras de ensueños de oro

que con vagos y tibios resplandores

vierte tu rayo incoloro.

Y otros, en fin, para gustar contigo

esas venturas robadas

que huyen del sol, acusador testigo,

pero no de tus miradas.