Todo lo ves, y todos los mortales,
cuantos en el mundo habitan,
en busca del alivio de sus males,
tu blanca luz solicitan.
Unos para consuelo de dolores,
otros tras de ensueños de oro
que con vagos y tibios resplandores
vierte tu rayo incoloro.
Y otros, en fin, para gustar contigo
esas venturas robadas
que huyen del sol, acusador testigo,
pero no de tus miradas.