LXXIX

Era en abril, y de la nieve al peso

aún se doblaron los morados lirios;

era en diciembre, y se agostó la hierba

al sol, como se agosta en el estío.

En verano o en invierno, no lo dudes,

adulto, anciano o niño,

y hierba y flor, son víctimas eternas

de las amargas burlas del destino.

Sucumbe el joven, y encorvado, enfermo,

sobrevive el anciano; muere el rico

que ama la vida, y el mendigo hambriento

que ama la muerte es como eterno vivo.