LXXV

Si al festín de los dioses llegas tarde,

ya del néctar celeste

que rebosó en las ánforas divinas

sólo, alma triste, encontrarás las heces.

Mas aun así de su amargor dulcísimo

conservarás tan íntimos recuerdos,

que bastarán a consolar tus penas

de la vida en el áspero desierto.