LXXVI

La palabra y la idea... Hay un abismo

entre ambas cosas, orador sublime.

Si es que supiste amar, di: cuando amaste,

¿no es verdad, no es verdad que enmudeciste?

Cuando has aborrecido, ¿no has guardado

silencioso la hiel de tus rencores

en lo más hondo y escondido y negro

que hallar puede en sí un hombre?

Un beso, una mirada,

suavísimo lenguaje de los cielos;

un puñal afilado, un golpe aleve,

expresivo lenguaje del infierno.

Mas la palabra en vano

cuando el odio o el amor llenan la vida,

al convulsivo labio balbuciente

se agolpa y precipita.

¡Qué ha de decir! Desventurada y muda,

de tan hondos, tan íntimos secretos,

la lengua humana, torpe, no traduce

el velado misterio.

Palpita el corazón enfermo y triste,

languidece el espíritu, he aquí todo;

después se rompe el frágil

vaso, y la esencia elévase a lo ignoto.

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